Acto
VI
Océanos
de Tiempo
No podía dejarle marchar.
No así. No después de aquella
tormenta de información que apenas si asimilo.
Jäak Vihyou:
un hombre enigmático, que surge de las sombras, que me tienta a buscarle para
confesarme que hubo un tiempo que no recuerdo en el que yo fui asesina en una
hermandad casi desconocida. Me asegura que él fue uno de mis objetivos pero que
no cumplí aquel encargo y que él mismo me borró la memoria. Me advierte de que
alguien de mi círculo cercano me ha traicionado, que culpa por de ello he
matado a un hombre poderoso en esta ciudad.
Me dice que
estoy en peligro y se marcha.
¿Realmente
cree que esto se puede saldar así? ¿Que puedo dejarle ir sin más?
No ha sido
claro, no lo ha sido. Ha estado jugando conmigo.
Me abre más
dudas de las que cierra. Me deja más huecos de los que allana.
Y sobre todo
él…
Su presencia
es intensa. Ni los océanos de tiempo en mi memoria son capaces de ocultar que
este hombre no es solo una anécdota que no ubico en mi vida. No es solo alguien
que vive porque en algún momento no supe o no pude arrebatarle el aliento.
Viene
para decirme que existe, no solo para advertirme. Vuelve pero se marcha. Me
guste o no esta situación, él es, por el momento, la única pieza con la que
puedo seguir jugando en este extraño rompecabezas en el que se ha convertido mi
vida.
Salgo
por la puerta por la que él ha desaparecido hace un instante y ya no hay rastro
de su paso por el lugar. Parece una casona grande, aunque descuidada y vacía.
Ni siquiera sé si estamos en la misma zona de la ciudad. Oigo un ruido en la
planta de abajo y pierdo todo interés por seguir ubicándome. Me centro en ese
sonido que sigo con todo sigilo como si fuese un panel de direcciones claras.
Sorteo
habitaciones frías, pasillos sombríos y un gran salón antes de dar con lo que parecen
las bodegas de la casa. El sonido ha venido de allí. Había un sutil eco, una
leve reverberación. Estoy segura que provenía de ese lugar. Es entonces cuando
mis ojos se ponen a buscar atentamente algún tipo de rastro de Jäak.
Me resulta
extraño que no me cueste esfuerzo hallar un débil vestigio de polvo que muere
frente a un enorme botellero. Mide más de un metro de alto y en él las botellas
se alinean a la perfección cubiertas por una pátina que delata su
envejecimiento… todas, menos una.
Sigue
resultándome increíble comprobar cómo sé lo que tengo que mirar, dónde poner
especialmente la atención. Es como conocer las respuestas antes de imaginar
siquiera la pregunta.
Al
intentar extraer esa botella, tal y como esperaba, no sale pero activa un
resorte. Un panel de madera en la pared opuesta se descorre revelando un pasaje
tras él. Ese es el sonido que me condujo hasta aquí. Jäak ha debido usar el
pasaje para salir de la casa.
Respiro
profundamente antes de cruzarlo. Mi corazón late ante la perspectiva de volver
a lanzarme a las tinieblas con esta sensación de que en realidad vengo de
regreso del infierno, aunque no lo recuerde.
No se divisa
luz al otro lado. Huele a humedad condensada.
Afianzo el
puñal entre mis dedos. Casi tengo que saltar cuando se activa el cierre
automático del panel y yo me encuentro aún decidiéndome si avanzar o no.
El
clic a mi espalda me indica que no hay vuelta atrás y por un momento toda luz
desaparece. Trato de no ponerme nerviosa y palpo la pared para darme seguridad.
Mis sentidos vuelven a ponerse en marcha sin mi permiso. Cierro los ojos para
concentrarme solo en la información que recibo de mis oídos y mi tacto. Mis
pasos son dubitativos al principio pero enseguida me siento cómoda y comienzo a
avanzar sin problema. Siento la soledad en el pasaje. Ni siquiera mis pasos
interrumpen ese silencio.
Es
un tramo largo pero en línea recta. Muere en unas escaleras de metal que suben
hasta el techo. La trampilla da a una nueva estancia.
Esta vez
reconozco el lugar. Es aquel edificio del puerto por donde entré.
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Me
apresuro.
Quedo a
distancia de prudencia para poder vigilarle sin llamar demasiado la atención.
No vuelve la vista en ningún momento. No sé si es porque es un hombre demasiado
confiado o si por el contrario imagina que le sigo y me conduce a algún lugar.
No sé qué esperaba en realidad que hiciese dejándome en aquella casa de esa
forma… ¿qué me instalase allí? Mi cabeza vuelve por un instante a la
conversación que mantuvimos. No sé qué demonios quiere de mí.
Le sigo por un
buen número de calles, desiertas y húmedas que se alejan un poco de la zona
portuaria y se adentran en las primeras manzanas de transición. Allí,
asombrosamente, se detiene en frente de una gruesa puerta a la que llama. Es la
primera vez que lanza un rápido vistazo a su alrededor. Yo tengo suerte de
tener cerca una esquina en la que refugiarme. Cuando vuelvo a mirar, le
descubro entrando en aquel edificio.
Es una construcción sólida de casi tres plantas con ventanas enrejadas. Me doy unos segundos de margen antes de aproximarme a la puerta y echar un vistazo por mi misma. No tendría nada destacable si no fuese por un pequeño símbolo que no pasa desapercibido en la clave del arco que la enmarca. El símbolo no deja lugar a dudas. Algo en mi pecho se detiene:
Es una casa
franca de la Orden
de Ylos, la red de informadores. Solo los Familiares de la Orden podrían entrar en ese
lugar.
Se me hace un
nudo en la garganta y mis rodillas comienzan a temblar.
Solo por dos
motivos Jäak Vihyou podría tener acceso a este lugar. O es un espía, o es un
chivato. Ninguna de las dos cosas me parece buena para mí. Ninguna de las dos
me encaja ante lo que me ha contado.
En mi cabeza
se mezclan un millón de alternativas.
Ahora sí que
es verdad que no tengo ni idea de qué puedo hacer. Una de las personas a las
que maté en aquella celda pertenecía a esta Orden de informadores. Una de esas
personas que, estaba claro, no tenía intención de hacerme pasar un buen rato.
O Jäak me
miente…
Con la cabeza
colapsada tardo en percibir una presencia a mi espalda. Soy consciente de ella
cuando noto la presión de una mano sobre mi hombro.
Mi reacción es
tan rápida como directa. Mi cuerpo vuelve a reaccionar por sí mismo, casi
mecánicamente. Agarro la muñeca que me toca el hombro, giro, la retuerzo
doblando con ella el cuerpo al que pertenece. Mi cuchillo queda besando la
carne de su cuello. Ha sido casi un parpadeo, tanto para él como para mí. No sé
quién de los dos se sorprende más en esa situación.
—¡¡Lya, por
Cleros!!
Reconozco la
voz desesperada, la silueta que tengo totalmente a mi merced.
—¡Täarom! ¿Qué
haces aquí? ¿Me has seguido?
—Es obvio que
te he seguido.
Sigo un poco
conmocionada y ni contesto ni relajo la presa ni la amenaza del cuchillo. Se
hacen unos segundos incómodos de silencio.
—¿Vas a
soltarme?
—No sé si
fiarme de ti.
—¿Que no sabes…
si fiarte? —El tono de estupor llena cada palabra pero mantengo bien firme el
agarre. Confieso que estoy tan descolocada que ya no sé que hacer—. Y yo
¿debería fiarme? Has aparecido en la Sirena vestida de agente de
Ylos. Te dejo sola un rato y terminas delante de una de sus casa francas ¿Qué cuernos
está pasando, Lya? No sé quién de los dos debería dar las explicaciones a
quien.
En algo tiene
razón Täarom: estamos delante de una de sus casa francas. Si esas lenguas
viperinas de Ylos tienen ojos y oídos en todas partes, motar una escenita
delante mismo de sus narices es como provocar a un oso.
Aún bien
sujeto de la muñeca y con el cuchillo en la garganta le obligo a caminar a mi
merced hasta un callejón próximo.
—Las
explicaciones las da quien tiene el cuchillo en el cuello ¿No te parece?
¿Alguien te ha mandado que me sigas?
—Nooo ¿estás
loca? Si le digo a alguien que te he dejado salir a estas horas colgarán mis
pelotas de un gancho solo por diversión. Me las estoy jugando por taparte el
culo, encanto. Tú mejor que nadie deberías saberlo Pero claro, idiota de mí pensé
que podías tener problemas sola por estas calles. Yo que pensaba que la gata
peligrosa era Xandrilla y resulta que eres todo un Escorpión.
Täarom hace el
juego de palabras con una de las bandas más peligrosas de la ciudad, Los
Maestros de las Dagas, conocidos vulgarmente como Escorpiones, sin embargo, es
precisamente esa referencia la que me hace aflojarle la presa. Acabo de ser
consciente de que necesito agarrarme a un clavo ardiendo y en este momento solo
le tengo a él.
Le suelto. Me
aparto y le dejo frotarse instintivamente el cuello.
—No te conozco,
Lya. No sé qué diablos está pasando. Aún no he parecido la esperanza de que me
lo cuentes. Si te has metido en un lío…
Mientras
habla, pienso.
Mientras
habla, sopeso.
Necesito
arriesgarme o este callejón seguirá sin salida.
—No te
recuerdo, Täarom. No sé quien eres. —le confieso. Él se silencia de inmediato y
arruga el entrecejo. Cree por un momento que no hablo en serio—. Desperté hace
unas horas en una celda, desnuda y atada. Las señales que viste debieron
hacérmelas allí. No las recuerdo. No recuerdo nada, nada antes de ese momento.
Ni a ti, ni a nadie. Ni siquiera me recuerdo a mi misma. Mi mente está vacía.
—Creo que
necesito una copa —asegura después de un instante en silencio en el que no deja
de mirarme con intensidad, quizá buscando algo que delate que estoy bromeando. Es
obvio que no lo encuentra.
—La acepto.
—Conozco un
garito discreto no lejos de aquí. Creo que deberíamos de hablar.
Es cierto.
Debemos hablar.
***
Es un antro escondido que Täarom
me asegura que es de confianza. La poca clientela nos mira al entrar pero no
nos molesta. Täarom asegura que hay pocos lugares donde una chica como yo pueda
pasar desapercibida y este es uno. Con todo, se asegura de exhibir abiertamente
el tatuaje en su cuello que le delata miembro de los Corsarios, la banda a la
que pertenece y que está al cargo de la seguridad y protección de la Sirena. Es el único modo de
evitar tener problemas en esta ciudad.
Pide
dos copas de Aguamar Ardiente y nos refugiamos en un apartado rincón de la
sala. Me mira con intensidad. Ahora sus rasgos no me parecen tan jóvenes como
al principio. Su mirada es profunda. Me invita a iniciar la conversación.
Me
cuesta comenzar a hablar. Tras varios segundos de duda se decide él a romper el
hielo.
—Dices que no recuerdas nada…
—Así es. Mi
memoria es un vacío.
Él suspira…
toma un sorbo largo de su copa y trata de relajar su rostro.
—… y no sabes
cual es la causa. No tienes ni idea de porqué tus recuerdos se han evaporado.
—El hombre al
que viste… asegura que él es la causa, pero…
—¿Puedes
hablarme de él? ¿Por qué fuiste a verle?
Cierro los
ojos y me muerdo los labios.
Todo lo que pienso suena a delirio en mi mente.
Todo lo que pienso suena a delirio en mi mente.
—Alguien
tropezó conmigo en la puerta de la Sirena.
Metió una nota en un bolsillo. Una nota que me hacía entender
que alguien estaba al tanto de lo que me estaba ocurriendo, como si me hubiese
estado observando. Ponía una dirección, por eso te pedí que me cubrieses. Descubrí
la nota al desnudarme en la habitación.
—¿Quién era? ¿Tiene
un nombre?
Dudo.
—Verás Täarom… no quisiera dar algunos datos hasta estar segura de en quien puedo confiar.
—Verás Täarom… no quisiera dar algunos datos hasta estar segura de en quien puedo confiar.
Mi compañero
arruga el entrecejo.
—¿En quien
puedes confiar?
—Él me dijo
que alguien de mi entorno me había traicionado. Que parte de mi situación era a
causa de eso. Mi entorno solo puede ser la Sirena y eso incluye…
—Entiendo —dice
asumiendo la situación—. Eso me incluye a mi.
—No es algo
personal… pero…
—De acuerdo, lo
entiendo. Es complicado para mi, pero lo entiendo.
Hay un velo de
sinceridad en su mirada y la chispa de una sonrisa en sus labios me da
confianza.
—No sé cuánta
relación tenemos. Espero que sepas disculpar que…
Su sonrisa
entonces se vuelve aún más abierta.
—Tranquila,
nunca tuvimos una relación cercana. Tú eres… eres… —percibo su duda. Al fin se
confiesa—. Bastante inaccesible, ya sabes. Eres una de las chicas favoritas.
Nunca me diste mucha conversación. Sueles ser bastante distante con todos
aquellos que no son clientes, no te ofendas. Os pasa a todas.
Aquella
confesión me deja un poco aturdida. Me ofrece una imagen de mi que ni siquiera
recuerdo. Me siento casi en la obligación de disculparme. Sea como sea, él es
quien está ahora aquí, escuchándome. Me lamento haber tenido ese trato
indiferente que asegura. Acepta mis disculpas y le resta importancia.
—Podrías
hablarme un poco de ese entorno, puede que me ayude a recordar.
—Solo si luego
tú me cuentas con detalle lo que ha ocurrido desde que despertases.
Acepto el
trato y lo sello con una sonrisa que busca ser sincera y amable.
—Bien, trataré
de ayudarte. ¿Por donde quieres que empiece?
—Empieza por
ti mismo.
Vuelve a
sonreír, esta vez con timidez. Se diría que le he sonrojado un poco con mi petición.
—No hay mucho
que contar de mi —asegura. Señala el tatuaje en el lado derecho de su cuello —Soy
parte de los Corsarios, la banda que controla el distrito y ofrece seguridad a la Sirena Varada.
—Así que eres
un matón.
—Soy algo un
poco más sofisticado. Soy un especialista. Si hace falta un trabajo de “limpieza”,
me llaman a mí. Si hace falta un experto en cerrajería, me llaman a mí. ¿Alguien
que prepare el terreno? Soy tu hombre. Y
si tengo que jugarme el culo por una de las chicas… no hace falta que me
llamen, como ves, eso me lo busco solo.
Aquel gesto de
franqueza me arranca una sonrisa. Él parece complacido.
Continúa.
Continúa.
—En la Sirena se compran y se venden favores, no siempre
carnales. Diva usa a sus chicas en secreto. Yo suelo estar detrás, por si hay
algo que arreglar.
—Así que también
somos espías… —algunas cosas comienzan a corroborarse en mi cabeza. No era solo
mi intuición, es un dato que realmente recordaba, por lo que no todo es vacío
en mi memoria.
—No solo eso.
Sois favores, sois espías, ladronas… a veces incluso asesinas. Todo el mundo lo
sabe, pero nunca se ha probado. Porque a todo el mundo le interesa que eso siga
siendo así.
Aquello me
intriga.
—Explícate…
—La Sirena es territorio franco.
Todas las bandas pasan por sus habitaciones en algún momento. Todas usan los
recursos secretos …y Diva se beneficia de ello. Obtiene inmunidad, respeto,
posición… y mucho, mucho dinero.
—Háblame de
ella.
—¿Diva? Inteligente,
bella, fría… Un aspecto de cristal para alguien ambicioso cuya sangre élfica le
permitirá seguir siendo bella y ambiciosa cuando nuestros nietos anden cavando su fosa.
Aquella
descripción me hace saltar las alarmas.
—¿Lo bastante
fría como para traicionar?
—Traicionar a
según quien y según por cuanto. Es lo bastante rica y poderosa como para no
dejarse arrastrar por cualquier oferta. Y no te dejes engañar. Diva es lista.
Sus chicas son su fuente de poder, así que las cuida. Para ser lo que sois,
vivís como princesas… al menos el grupo selecto.
—¿El grupo
selecto?
Täarom me mira
entrecerrando los ojos un instante.
—Todos los
chicos y chicas de la Sirena Varada
son selectos. Ninguno está al alcance de cualquier bolsillo, pero… hay un grupo
de élite. Tú estás entre ellos.
—¿Ah, si? —Me
extraño—. ¿Y qué tiene ese grupo?
—Versatilidad
ante las… demandas de los clientes o… las necesidades de Diva.
Quedo
pensativa. Empiezo a encontrar motivos para la traición interna si mi oficio
aparte de calentar camas lleva implícito otras tareas.
—El hombre que
viste asegura que he matado a alguien llamado el Príncipe Escarlata. ¿Qué
puedes decirme de él?
Los ojos de Täarom se abren como ventanales.
Los ojos de Täarom se abren como ventanales.
—¿Has matado
al…? —El gesto de alarma de Täarom le hace subir la voz más de lo apropiado,
pero se autocensura antes de que nadie en la sala se percate de ello —¿El Príncipe
Escarlata ha muerto?
—Eso es lo que
tengo entendido, si… —contesto con cierta ironía—. ¿Quién era?
—Es… era uno
de los Señores más poderosos de la ciudad. Uno de los príncipes piratas. Controla
el puerto, estamos en su territorio. Quien controla el puerto controla la mitad
de las Bocas.
—¿Quién querría
matarle?
—La otra mitad
de las Bocas, está claro. Pero lo has hecho tú. Alguien debería salir
beneficiado de esa maniobra y no tengo muy claro si sería Diva.
—¿Por qué?
—Últimamente
se les veía juntos. Se rumoreaba que tenían algo.
—¿Un idilio?
La mueca en su
cara adquiere un matiz irónico.
—¿Amor? ¿En Diva?
No, si tenía algo con él eran negocios. Aunque todo el mundo sabe que Diva
suele mezclar los negocios con el placer bastante amenudo.
Me froto el
rostro. Empiezo a acusar las horas de falta de sueño.
—Sea lo que
sea parece que Diva podría tener algo que ver.
—Por si lo has
olvidado, está impaciente por hablar contigo.
—No sé si debo
ser totalmente franca con ella hasta que no sepa algo más.
—Dime cual es
el plan y te ayudaré encantado. Estar aquí contigo me convierte de alguna
manera en tu cómplice.
Déjame pensar…
1—. Regresaremos a casa de Jäak.
(Quiero registrarla. Aún hay muchas cosas de ese hombre que no me encajan).
(Quiero registrarla. Aún hay muchas cosas de ese hombre que no me encajan).
2—. Regresaremos a la Sirena
(
descansaré un rato, luego hablaré con Diva tal y como ella quería. La dejaré tener la iniciativa)
3—.
Registraré los aposentos de Diva
(
Regresaremos a la Sirena pero te necesito para que distraigas a Diva antes de hablar con ella. Quiero ver si encuentro alguna pista entre sus objetos personales)
3—. Hagamos algo que nadie espera: Entrégame a la Casa Franca Orden de Ylos
(Forcemos la tormenta. Quiero ver hasta dónde llega su coartada).
5 comentarios:
Para una mujer agresiva, una opción agresiva. La última sin duda. Gran trabajo de ambos en este capítulo. Enhorabuena
Muchas gracias!! ^^
¡¡Da la cara, anónimo!!! jajajajajaaaajajaja ;)
Yo soy el anónimo xD aunque no sé porque se ha puesto así.
Me siento una acosadora xDD pero es que me ilusiona ver como en España se produce un trabajo tan fantástico y como los unos os apoyáis a los otros para dar a conocer vuestra obra.
jajajajajjaa era una broma, no vayas a tomarlo de otro modo. Imaginamos cual es la opción agresiva de la que hablas y comprobamos una vez más en este juego que a los lectores os gustan las emociones fuertes y poner a Lya al límite. En realidad de eso se trataba. Bromeábamos con la idea de que al final no sabemos quién vota qué opción, aunque normalmente salgan las opciones más agresivas. Tú te delatabas, pero firmabas como anónimo, de ahí la broma: Para una persona que admite sin reservas la opción agresiva y nos quedamos sin saber quien es, jajaja
Gracias por tu apoyo, espero que te esté gustando este juego.
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