lunes, 22 de junio de 2009

El Enviado, primer volúmen de la Saga premio autor revelación ImaginaMálaga 2009.







Esta aventura empieza a cosechar frutos inesperados. Con sólo apenas unos meses de estar en librerías recibo con sorpresa haber sido galardonado con el premio Autor Revelación de Fantasía por el primer volúmen de La Flor de Jade en el ImaginaMálaga de este año. Es un premio, ya digo, inesperado y muy gratificante por muchas razones, pero principalmente por ser una recompensa a una obra novel dificilmente "premiable" en otros certámenes por su concepción como Pentalogía, abierta en sus finales.

Ya había sido invitado este año a este evento que cada convocatoria supera a la anterior en organización, invitados de lujo y afluencia tanto de publico como de medios especializados. Hacerlo ahora como premiado supone un paso adelante en esta trayectoria, la editorial, que es nueva e ilusionante para mí.

Quiero agradecer desde aquí el apoyo de mucha gente cercana que ha creído ciegamente en mí y en esta historia: Mi familia, Editores, mis compañeros de Editorial y profesión... pero, especialmente, a muchos a quienes no conozco que son quienes de verdad hacen grande este momento: Mis lectores. He podido saber e incluso conocer a muchos de ellos en las diferentes presentaciones y eventos en toda España, relacionados con la promoción de este libro, a los que he tenido la suerte de asistir; pero son sus comentarios en los foros, su tremendo entusiasmo, su acogida más que calurosa, la pasión que en numerosas ocasiones quienes han tenido el impulso de hacérmelo saber han demostrado por esta historia, su manera de ser contada y sobre todo con las espectativas tan impresionantes que generan las partes por llegar. Eso y sólo eso justifica mi alegría por un reconocimiento así: tener la certeza que toda esa gente, todos vosotros, habéis hecho vuestra mi historia y la empezáis a querer tanto o más que yo.
Desde aquí sólo cabe mi promesa solemne de estar a la altura de lo que ya me habéis dado y de esforzarme por ofreceros textos y proyectos cada vez más interesantes, de mayor calidad y toda, toda la sangre que habita mi cuerpo en el empeño de lograrlo.

Muchas gracias a todos. Juntos creamos mundos, fabricamos sueños y los hacemos realidad.

J.Vilches

jueves, 4 de junio de 2009

SOROM EL BUSCADOR DE ARTEFACTOS


  Ante quien sí mostraban un temor palpable, un recelo más que evidente, era ante el tremendo félido. Poco importaba que Sorom vistiera como un príncipe: larga capa de Thylán púrpura con remates en oro, botas altas y labradas en recio cuero con apliques, también en oro. La camisa, de seda

con puños de encaje y pedrería, guantes ricos… más ricos y caros aún los pendientes y otras alhajas que le engalanaban las orejas, cuello y diversas piezas más, como los broches del cinto o la ancha fíbula que le sujetaba… sólo con ella podría pagarse la mitad de los sueldos de los marineros.
Recogía sus cabellos de coloración tierra oscura en una amplia cola de la que se escapaban, más por intención que por descuido, algunos nutridos mechones, proporcionándole un estudiado aspecto descuidado. Ni todas esas costosas golosinas, ni los litros de perfumes que usaba, tampoco sus maneras corteses, ni sus sofisticados gustos escondían de aquellas sencillas gentes, vulgares y simples, su inquietante naturaleza… tampoco es que fuese fácil de ocultar con un poco de oro y algunas gotas de cara fragancia.


Flor de Jade, Libro I, El Enviado



Sorom es un Félido que ha alcanzado la madurez de la casta de los Leónidas Lex.

El aspecto de Sorom es el de un félido aún joven. Su testa leonina es de cabellera más rojiza y clara y los rasgos en su faz felina son mucho más tersos y arrogantes que los de un félido más anciano, aunque eso no le convierta en ningún advenedizo. El mayor contraste con aquél que comparte su raza es la propensión de Soron al lujo. Gusta de vestir ropas opulentas, de engalanarse con joyas caras y peinar su melena habitualmente en un recogido tipo cola de caballo.


Sorom es un sibarita. Un personaje cultivado y de refinados modales que ama el lujo y cierta ostentación. También es un erudito, una mezcla entre historiador, arqueólogo y aventurero. Su trabajo es el pasado, los artefactos y textos antiguos, que al contrario del otro félido de la historia, no tiene conflictos morales en desentrañar y vender a quien más pague por ellos, sin atender a ninguna otra cuestión. Como muchos, no necesariamente aliados de la facción de Kallah, es un superviviente que vende sus destrezas y conocimientos al mejor postor, y si no, a aquél que garantice, si no su ritmo de vida, al menos su supervivencia. Sorom no es miembro del Culto y si hemos de ser rigurosos tampoco comparte sus ideales; de hecho, los considera necios ignorantes y gentes radicalizadas y fanáticas, pero trabajará para ellos por muchas razones, lo que les enfrentará a los intereses del círculo de espadas. Sorom es quizá uno de los personajes más atractivos e interesantes de esta saga, con muchas sorpresas y con una capacidad de influencia extraordinaria.

Sorom es de esos personajes que se crecen en la historia, con una marcada personalidad y carisma que le hacen atraer una simpatía impropia del claro matiz egoísta que tiene su personalidad.







La Äriel, la Espada con nombre de Mujer.


LA ÄRIEL, LA ESPADA.
Ilustración original de José A. Rando aparecida en cubiertas y páginas interiores de El Enviado.



La Espada Äriel es casi un personaje más, demasiado cargada de simbolismo como para obviar su importancia. Es la espada favorita del mestizo Allwënn, guerrero feroz y coleccionista de estas bellas armas. Es La Espada, por encima de todas y su vínculo con ella está más allá incluso de la comprensión de muchos. Se trata de una soberbia espada bastarda de amplia y ancha hoja que Allwënn recibiría de manos de su padre. Su factura humana es indiscutible y parece ser que tiene una dilatada historia antes de llegar a las manos del guerrero que la haría famosa. Pasó de ser propiedad humana, a élfica y después enana antes de que Allwënn la recibiera, sin que en sus muchos años de singladura perdiera un ápice de su filo y su belleza. Sin embargo sería a partir de que

Allwënn la poseyese, que esta espada se convirtió en una pieza legendaria y única.
El guerrero mestizo no tardaría en personalizarla. La primera manipulación saldría de las fraguas de Lem Forjadorada (ver más abajo) afamado herrero, y de ella resultaría dotar a sus filos de unas ristras de marcados dientes. El filo de la Äriel se convirtió en un filo dentado, en unas fauces, como bien gustaba decir a su propietario. La segunda modificación fue su empuñadura. La propia Äriel tallaría en hueso de dragón una figura femenina, desnuda, envuelta en telas que la representaba. Allwënn, fascinado por llevar a su esposa tallada en el enmangue de su fabulosa arma decidió comenzar a llamarla como ella y así La Äriel comenzó a ser conocida por ese nombre. El vínculo último y fatal lo recibiría el día de la muerte de la singular sacerdotisa. Ella murió a manos de ese filo arrebatado a su dueño, expiró atravesada por ella. Luego, serían las carnes de Allwënn quienes recibieron la dentellada de sus fauces, pero su sangre contaminada evitó su muerte. Para el mestizo aquella unión en la muerte sellaría definitivamente el vínculo con esa espada. La sangre de ambos se mezcló aquel fatídico día en el acero de esa hoja mortal. La última modificación que recibiera esa espada sería después de morir Äriel. Allwënn decidió ahuecar parte de su hoja con el símbolo del dragón de Hergos y gravar el nombre de su difunta esposa en tres idiomas, de elfos, de enanos y el de los sacerdotes de Hergos. A partir de entonces aquella espada sería única, su tesoro personal, lo último que le quedaba en recuerdo de ella. Allwënn nunca se separa de su espada y cuando la empuña su determinación y ferocidad crecen alarmantemente para desgracia de sus adversarios. Es su espada fetiche, su obsesión por ese arma roza lo enfermizo… es la espada con la que estaría dispuesto, como suele advertir, de vaciar la sangre del mundo si fuese necesario. Con ella en sus manos, Allwënn se siente invencible… y tal vez lo sea.