Acto V
Verdades y Mentiras
—Espera, espera, espera… ¿De qué estás hablando? ¿Matarte?
La media sonrisa de Jäak Vihyou no está en consonancia con el gesto desencajado de mi cara. Parece que mi turbación le divirtiera y eso me enfurece. Me levanto casi de un salto, sin reparar que el cuchillo sigue en mi mano. No lo amenaza, pero se descubre. Casi lo había olvidado entre mis dedos. Compruebo que sus ojos pasan rápidamente hasta mis manos y evalúan el posible riesgo, sin que su gesto o su sonrisa se alteren.
—Es algo que pertenece al pasado, Lya.
—Es algo que pertenece al pasado, Lya.
—Es obvio que para mí, no.
Ahora sí levanto el puñal contra él aunque solo fuese para dar mayor énfasis a mis palabras. Tengo la sensación de que está jugando conmigo.
—No puedes hacerme creer que eres el responsable de mi falta de recuerdos, advertirme que me encuentro en peligro porque alguien me busca y que la razón de ello es que no acabé contigo cuando tuve la oportunidad. Si pretendes que tome eso como algo del pasado, estás muy equivocado, Jäak Vihyou, porque ese es mi único y maldito presente.
Jäak baja durante un segundo la mirada al suelo de piedra de la habitación y permanece allí durante unos segundos. Luego la levanta despacio y me atraviesa con sus ojos verdes. Hay algo que me inquieta en su mirada: su profundidad. Está llena de palabras que no dice, de secretos que tienen que ver conmigo. Lo noto, lo percibo. Hay algo en esa mirada que me grita que es cierto. Aquel extraño y yo tenemos un pasado común, denso, salpicado de momentos que no recuerdo y, que si es cierto, él se encargó de borrar. No sé si eso es una buena o una mala noticia en este momento.
—Tienes razón. Supongo que mereces una explicación.
—Una larga, de hecho Hasta ahora solo has divagado.
Suena a exigencia.
Suena a exigencia.
Él suspira y en su suspiro se condensan un millar de emociones. Me da la espalda sin importarle que yo esté armada y le amenace abiertamente con la punta de mi puñal. Camina unos pasos despacio por aquella habitación pobremente iluminada. Se acerca de nuevo a su sillón y se sienta en él. Me mira. Yo estoy de pie, junto a la cama. Mi brazo sostiene rígido el puñal que bajo lentamente. Estoy impaciente por escucharle hablar.
—Formabas parte de una secta secreta de asesinos de élite vinculada a los templos de Aros, el Farsante. Una red secreta de asesinos, desconocida y considerada mito incluso por muchos de sus más altos jerarcas: Los Filos del Amanecer. Pocos saben que existen. No es fácil acceder a sus servicios. El ritual es complicado y los honorarios son extremadamente caros. El secreto, como comprenderás, es algo necesario en este oficio.
Hay algo en sus palabras que rebosa de convicción. No había oído hablar jamás de los Filos del Amanecer, pero no me cabe ninguna duda de que lo que cuenta es cierto. Es como si piezas inexistentes encajaran a la perfección en huecos imposibles de mi memoria.
—Continúa —le insto.
—Eras una de las mejores. Entrenada desde que tenías uso de razón y pudiste distinguir el filo de una daga de su mango. Habrás podido comprobarlo. Si tus habilidades han despertado en ausencia de tus recuerdos, supongo que para salir de tu cautiverio habrá hecho falta derramar un poco de sangre ¿me equivoco?
Recuerdo la celda. La facilidad con la que escapé de los grilletes. Mi mente calculando precisos movimientos sin que fuera realmente consciente de cómo podía hacerlo. Los movimientos certeros. Seis vidas sesgadas en pocos segundos. La sangre...
Tiene sentido. Solo tiene sentido si lo que dice es cierto. Trago saliva.
Tiene sentido. Solo tiene sentido si lo que dice es cierto. Trago saliva.
—No te equivocas.
Él asiente apretando los labios y cerrando los ojos, como si su mente necesitase bucear en recuerdos intensos para continuar.
—Te encargaron eliminarme. Es evidente que no cumpliste tu parte del trabajo.
—¿Por qué?
Jäak queda muy serio en ese instante. Se muerde los labios. Vuelve a lacerarme con su penetrante mirada.
—Soy peligroso para ellos. Me enviaron su mejor carta, su mejor jugada. No querían fallos. No los esperaban. Quisieron darme una lección de crueldad eligiéndote precisamente a ti.
Le miré fijamente.
—No preguntaba por qué me lo encargaron a mi, sino porqué no lo hice. Por qué no te maté, si era la mejor.
Jäak desvía la mirada.
Parece que hay duda en su mente. Una batalla. Al final decide concederme.
Parece que hay duda en su mente. Una batalla. Al final decide concederme.
—Creo que no sería justo que fuese yo quien respondiese a eso.
Abro los ojos de la sorpresa. De todas las respuestas posibles, esa es el intento de quiebro más sarcástico que podría salir de aquellos labios.
—¿Justicia? ¿Me estás hablando en serio de justicia? Aseguras haber manipulado mi mente, haberme vaciado de recuerdos ¿Y te preocupas de la justicia? Tú habla y ya consideraré yo si es justo o no. Por lo que a mi respecta aún puedo acabar ese trabajo.
—¿Es una amenaza?
La voz de Jäak suena firme, suena a reto.Algo toca mi orgullo.
—Lo es. Y si tus palabras sobre mí son ciertas, deberías considerarla.
Él me mira con gravedad. Me sostiene una mirada que intento por todos los medios que no me afecte. Se levanta con aplomo sin despegar sus ojos de los míos y se aproxima de un par de pasos lentos y sólidos. Prende mi mano con fuerza y coloca la punta del cuchillo sobre su corazón.
—Hazlo.
Hay un pálpito incontrolado en mi pecho.
Por primera vez mis dedos tiemblan aunque soy capaz de no hacerlo evidente. Mis ojos van de la punta amenazante a la mirada de magma en sus ojos esmeralda. Quiero hacerlo. Siento mi ego doblegado ante su acto de arrogancia. En mi garganta hay un nudo espeso.
Creo que él nota mi batalla y eso le hace sentirse confiado. Afianza la punta sobre su carne sin dejar de mirarme. Su mirada es una roca.
Por primera vez mis dedos tiemblan aunque soy capaz de no hacerlo evidente. Mis ojos van de la punta amenazante a la mirada de magma en sus ojos esmeralda. Quiero hacerlo. Siento mi ego doblegado ante su acto de arrogancia. En mi garganta hay un nudo espeso.
Creo que él nota mi batalla y eso le hace sentirse confiado. Afianza la punta sobre su carne sin dejar de mirarme. Su mirada es una roca.
—No lo hiciste entonces. ¿Por qué ibas a hacerlo ahora?
Aprieto los dientes. No sé qué me detuvo en esos momentos de mi pasado que no puedo recordar, pero menos aún comprendo qué me retiene ahora. Pero le lanzo la respuesta que busca.
—Porque no te recuerdo. Porque no eres nadie para mi, apenas un rostro desconocido. Porque no hay ningún vínculo, ni sentimiento, ni nada que me impida hacerlo. Solo el saber que nadie me dará esa respuesta si hundo el puñal aquí y ahora.
Jäak Vihyou tarda en ofrecerme un gesto.
Es una sonrisa de medio lado, no sé si de victoria o admitiendo la derrota.
Es una sonrisa de medio lado, no sé si de victoria o admitiendo la derrota.
—Touché. —Su respuesta me desconcierta—. Ahora eres otra persona. Has dejado de ser aquella que mandaron para matarme y también aquella que no lo hizo. Ya no eres la Lya que yo conocí. Por eso no tiene mucho sentido remover qué fue aquello que te frenó en esa ocasión. Muchas cosas han perdido su sentido para mí y para ti desde entonces.
Me sigue mirando.
No conozco a Jäak, no a este Jäak, desde luego, pero su mirada es una lanza en mi pecho.
No conozco a Jäak, no a este Jäak, desde luego, pero su mirada es una lanza en mi pecho.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me vaciaste?
Esa frase le hace por primera vez huir de mis ojos.
Noto que respira pesadamente y aprieta los labios.
Noto que respira pesadamente y aprieta los labios.
—Para protegerme, claro. Fue un acto de supervivencia. Mandaron una asesina contra mí que no acabó su trabajo... Y para protegerte a ti. Sin esos recuerdos tenías más posibilidades de sobrevivir si te encontraban.
—A mi me dejaste indefensa. Esta situación lo demuestra. No sé con quien hablo, ni quién o cómo de grande es mi amenaza que dices que me persigue. Si he acabado en un prostíbulo en mitad de esta ciudad maldita, no sé si debo darte las gracias por tu protección. Quizá debería matarte, después de todo.
—Quizá yo debería de estar muerto, Lya. Quizá, tú también. Pero ambos vivimos. Ambos tuvimos una segunda oportunidad para empezar. Este fue el precio. Que no lo recuerdes es una ventaja, créeme. Yo sí he tenido que vivir con ello. Recordar cada día nuestra última conversación. Saber que existías. Asumir que para ti yo había muerto en realidad.
Aparto lentamente el cuchillo de su pecho. Nunca tuvo oportunidad de clavarse, algo en mi interior me lo dice. Me aparto de él y doy unos pasos ciegos en la habitación. Mi mente se satura de preguntas y más preguntas. Cada segundo conversando con aquel hombre salido de las sombras de mi pasado es una fuente más de dudas y de incógnitas.
—¿Por qué has vuelto ahora? ¿Por qué me cuentas todo esto sin despejarme una sola de mis dudas?
—Porque en realidad nunca me he ido. Porque siempre falto a mis promesas. Porque el pasado que tú olvidaste, el que te obligué a olvidar, es importante para mi. Pero para ti, lo importante es que has matado a un hombre por razones que desconoces. Eso ha traído de vuelta algunas sombras del pasado, sin pretenderlo. Sombras que podrían destruirte. Si no actúas con cuidado despertarás sospechas. Quienes te buscan a ti, me siguen buscando a mí. Sigo haciendo esto por egoísmo, Lya. Aunque no lo creas, solo me estoy protegiendo, una vez más. Alguien dentro de la Sirena te ha utilizado, solo pretendía advertirte. Lo que hagas a partir de ahora solo te concierne a ti.
Me da la espalda y camina hacia la única puerta de salida.
Hay algo que no encaja. Algo que me cuesta entender. Algo que probablemente oculta. Me deja casi tan vacía como al principio. Algo no está en su sitio.
Tengo un súbito fogonazo de certeza.
—No. Este movimiento te delata. Tu seguridad estaba en las sombras. Yo no te recordaba. Salir no te protege, te expone. Advertirme es la excusa para mostrarte. Para regresar de las sombras. Necesitabas decirme que existes… ¿verdad?
Jäak se vuelve. Hay un brillo en los ojos. Inquietante.
—Yo nunca he existido, Lya… no pretendas entender mis motivos.
En sus labios se dibuja un amago de sonrisa triste que me deja clavada en el sitio. Es como si esa sonrisa despertase emociones en recuerdos que no tengo. Mi mente viaja y visualizo escenas difusas. Escenas de casi toda una vida que no tienen para mi ninguna conexión, aunque yo me reconozca como la protagonista. Es como ver fragmentos de una vida que no es tuya pero sabes que te pertenece. Esa sonrisa aparece en más de una de esas imágenes. Hay algo que se clava en mi corazón. ¿Recuerdos? Ni siquiera sé por qué me contagio de repente de esa sonrisa nostálgica.
Cuando parpadeo de nuevo en la realidad él ya no está.
En mi mente hay una encrucijada de alternativas.
Opciones:
1.- Síguele, Lya. No puede irse así. Tienes que averiguar más de él.
Seguir a Jäak Vihyou
2.- Registra el lugar ahora que no está. Puede que haya información valiosa, no lo dejes pasar.
Registra la habitación.
3.- Tu problema es tu memoria. Él habló de un ritual. Quizá sea reversible.
Regresa a la Sirena y habla con el Cirujano.
5 comentarios:
Soy un sentimental, qué le vamos a hacer. :D
¡Caray con el Sr. Vihyou! : D
Intrigada que me tiene... ¿será esto? ¿será lo otro? ¿qué será, será?... acaba de publicarse el V y... ¡¡¡estoy deseando leer el VI!!! : )
Muy Weno chavales. Buena intriga y tensión! Sacar pronto el próximo q quiero saber donde se mete esta pendeja :)
S2
César
He llegado tarde para la votación... esta entrega me ha encantado...¡misterios a miles!
¿EliJe?
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