viernes, 10 de agosto de 2012

Mörrighan is searching for War


                                  Todas las fotos con permiso de Mörrighan propiedad de Lorena Mat




Directo en Axerquía. 2 Julio 2012. Overtura con Cruithne




CONFESIONES ÍNTIMAS


Este espacio no acostumbra a hablar del trabajo de otros. Fue una máxima que establecimos. Quienes sois habituales lo sabéis. Sin embargo en ocasiones se presentan momentos en los que merece la pena abrir una pequeña ventana a proyectos e iniciativas de talento que desde este humilde rincón queremos dar a conocer y apoyar por distintas razones.

Ese es el caso de Mörrighan: una joven banda de Folk Metal de la que tengo el inmenso honor y privilegio de haber asistido tanto a su nacimiento y precedentes como a su ilusionante crecimiento.
Muchos son los motivos emocionales que me llevan a ejercer humildemente de pequeño abanderado de este grupo pero principalmente porque estoy convencido de que el proyecto que con tanta ilusión y esfuerzo construye Mörrighan tiene muchas claves en las que nosotros mismos nos reconocemos. Su filosofía de trabajo, su manera de sortear los escollos con pocos recursos al alcance; suplir todas las carencias y dificultades con dosis sobrehumanas de esfuerzo e imaginación para ofrecer el producto de mayor calidad posible al alcance son algunos de los puntos de conexión que nos hacen empatizar con ellos, no solo con la música que ofrecen.

Permitidme que os relate los inicios de este vínculo...



EL CUENTO DE CÓMO SE PUEDE CRECER SIN PERDERSE POR EL CAMINO.


A finales de 2009 (yo ya andaba inmerso en la primera promoción del Enviado) conocí a un par de personas de esas que sabes de inmediato que van a ser importantes en tu vida en muchísimos planos. Un par de personas llenas de talento capaces de contagiarte con un espíritu poderoso que solo parece existir en la fuerza arrolladora de la adolescencia. Yo tenía 32 años y pensaba que unos chavales de poco más de 15 años no podrían ya enseñarme nada nuevo.
Me equivocaba de plano. 

Era una joven pareja de adolescentes cordobeses. Él se llamaba David. Le había escuchado ocasionalmente tocar la viola en alguna Jam Sesion de Folk celta que de cuando en cuando ofrecía el Poney Pisador, uno de esos locales mágicos y epicentro de muchas de las personas, lugares y momentos que han marcado mi vida en Córdoba. Sabía que era un joven músico de conservatorio. Su habilidad y capacidad de atracción con una viola en las manos rallaba lo sobrecogedor. Su energía y su personalidad humilde y arrolladora a un tiempo me capturaron.

Ella se llamaba Patricia. Mi primer contacto con ella fue en una humilde lectura de poemas en el mismo lugar.  
Su verso era potente, lleno de fuerza, íntimo... pero su voz, su voz me enamoró. Era una jovencita llena de atractivo con una timidez casi enfermiza pero rebosante de una capacidad para hechizar que me deslumbró. Les cité, hablamos. Me moría de ganas por ver el efecto de fundir a ambos en un solo espectáculo.

El entusiasmo con el que acogieron la iniciativa me fascinó y comenzamos a planificar eventos donde mezclar lecturas y música. Algunos hubo. Sin embargo, cuando David desempolvó el tarro de las esencias y descubrí no solo su versatilidad con diferentes instrumentos sino su control de todos los elementos de un espectáculo con solo 16 años, me impresioné. Cuando Patricia pasó de usar aquella suave y melancólica voz de recitar a cantar, me cautivó de tal manera que jamás he podido volver a verla simplemente como " aquella niña que leía poemas". Desde entonces ambos crecieron ante mi. Tenían algo juntos que era capaz de transmitir tanta fuerza y tantos matices que resultaba un desperdicio que quedara encerrado en proyectos domésticos y de escasa repercusión. Allí había magia. Verdadera, auténtica y sincera magia. Ellos la creaban, tenían ese poder.

Este convencimiento me lleva a reforzarles una idea que ya tenían trazada: construir un proyecto más sólido, algo que pudieran realmente ofrecer al mundo. Canalizar ese talento y fuerza. No iba a ser fácil y que no acabara perdiéndose por el camino, relegado como cientos de miles de ilusiones que se tienen con 16 años era un reto feroz que solo ellos podrían superar. Yo solo podría estar ahí, caminar tras ellos, darles las escasas herramientas de las que uno puede disponer. Que la vida no se comiese sus ilusiones era el gran riesgo a asumir, como con la mayor parte de los proyectos que se inician de este modo y a esa edad.

Seguimos haciendo cosas y yo me trasladé definitivamente a Madrid. Nuestro mágico y peculiar vínculo se mantuvo y superó la distancia. Ellos probaron cosas, iniciaron proyectos, la mayoría de ellos no cuajaron del todo. No habían encontrado su lugar... hasta que una vez, paseando por los rincones mágicos de Madrid me confesaran que habían iniciado algo distinto, algo suyo, algo que les entusiasmaba. Lo llamaron Mörrighan como la diosa celta de la guerra. Apuntaba a ser casi un desafío. 

David me habló de que su pretensión era formar un pequeño grupo para dar salida a la voz de Patricia, arropada por dos voces masculinas más, e instrumentación celta. Ya tenía a un par de integrantes. Versionarían temas clásicos de Folk (cosa que hacían con un estilo muy personal) y se animarían con composiciones propias.
Ahí estaba el lugar de estos chicos. Una luz se encendió en mi cabeza casi con vientos de premonición. 

Solo en unos meses David me relataba cómo ese grupo inicial empezaba a sumar instrumentistas. Gaita, teclado... Crecía a ritmo imparable. Entonces llegaron las guitarras eléctricas, el bajo, la batería... y Mörrighan despertaba, obtenía su verdadera forma y pedía guerra.
Folk Metal, me dijo. Una banda de Folk Metal de 9 integrantes con tres voces de tres matices muy diversos, instumentación clásica y metal, con músicos formados en conservatorio en su mayoría. Una caja de Pandora que contenía vientos difíciles de detener. Un horizonte tan vasto que solo ellos podrían ponerle límites. 
Y entonces los escuché...

Habían crecido. Su juventud casi resultaba insultante pero haber logrado aunar en un proyecto común a 9 voluntades muy diversas, darles una coherencia e identidad y, sobre todo, la utopía necesaria para creerse posibles, resultaba conmovedor y fascinante al tiempo. Jamás les infravaloré. Soy el primero que creía ciegamente en ellos, pero reconozco que lo que vi en solo un par de años de distancia rompió mis mejores expectativas. 

Mörrighan quería vivir. Mörrighan merecía vivir.

Habían hecho el trabajo más duro.
Como alguien que les había visto encender la llama... hoy tengo la enorme y fascinante tarea de deciros que existen. Mörrighan ya no son solo David y Patricia. Cada elemento, cada músico, cada instrumento aporta un rasgo de personalidad a esta Diosa de la guerra.



LOS DEDOS QUE FABRICAN LA LÁGRIMA Y LA GUERRA
-a través de mis ojos-

  

David "Wallace" Sánchez.  
18 años: Composición y letrista. voz solista, coros, guturales, arpa, viola, percusión, punteiro (y lo que le echen al muy...)


David es un músico inmensamente polifacético y versátil. Aunque su formación es de viola, es capaz de ofrecer un abanico enorme de instrumentos a este proyecto. Su voz sonora, redonda y de gran personalidad magnetiza algunos de los temas en los que es solista. Sus guturales endurecen y ensucian temas con fuerte carga épica y dramática. 

David es además el responsable de la composición de los temas del grupo hasta el momento. Y si son capaces de dotar de una enseña de identidad a las versiones clásicas del folk irlandés, bretón, escocés, reconozco que en los temas propios realmente se salen.

En el escenario es un mariscal de campo. Impone su presencia sin imponerla. Controla los resortes de esta escuadra de guerreros a la sombra de una sombra incapaz de contenerle y ocultarlo del todo. Sobre las tablas es fiero, en pie, aportando solidez y seguridad, mimando el equipo del que se siente responsable. No avasalla, no eclipsa. Su juventud desaparece cuando toma el mando. Es ese comandante que todos quieren tener en batalla. Ese, cuya mera presencia insufla valor. Por eso le llamé "Wallace". Para mi, David representa lo mismo que el legendario guerrero escocés: Te seguimos. Creemos en ti. Llévanos hasta la victoria.




Patricia Téllez (Lady Alfiler)
18 años.Voz Solista Femenina y Bodhrán. 

No soy imparcial al hablar de Patricia así que esa es una pretensión que abandono desde el inicio. Ando irremediablemente enamorado de esa voz desde el mismo instante en el que se llevó temblorosa el micro a la boca casi por primera vez. Yo estaba allí.

El tono melancólico y dulce de su voz inspiran la formación de este grupo. Su presencia aporta la suavidad femenina y la necesaria nota de belleza en esta escuadra de gladiadores. 

Sabe impregnar de elegancia y hondura cada caída de su garganta. En escena es de una ternura tímida pero solemne aura. Gana gravedad y solidez en cada actuación. Su voz es un río de plata en mitad de la tormenta. Tiene personalidad propia. Tu timbre, su tono, su modulación impregnan de un lirismo elegante y conmovedor cualquier tema. Especialmente grandes, aquellos en el que solo se acompaña de arpa o un instrumento solista. Si tuviera que definirla de alguna manera no me cabe duda de que ella es el hechizo de Mörrighan. 




Alex Téllez.   
22 años. Voz Solista y coros

Me costó trabajo reconocer a Alex en aquella voz virgen pero cargada de registros.Jamás había cantado antes de Mörrighan. Era como si el chico tímido que yo conocía se hubiese transformado de súbito en alguien distinto. La voz solista es en realidad la tercera voz en incorporarse y poco a poco logra situarse en un lugar de preeminencia. Cuando incluye coros es una voz que sobresale, que arropa a las demás en una cobertura casi aérea. 
Su disciplina a la hora de domesticarla, de encauzarla es encomiable. Alex es como ese bloque de refuerzos en batalla que aseguran la victoria. 


Alexander Patrick "El Picto" Armour 
17 años. Bodhran y Bouzouki

Ser el "más joven" en un grupo en el que más de la mitad de sus miembros no llegan a 20 años no resulta ningún estigma. En realidad Patrick es uno de los veteranos del grupo. Está presente desde los primeros balbuceos del proyecto. Entre las bambalinas le conocen como "la sonrisa" del grupo y apuesto que hace suspirar a más de una cuando se luce a pecho desnudo. Aparte de su innato talento para sonreír, Patrick es pura adrenalina sobre las tablas y transmite un buen rollo increíble. Se le ve disfrutar en directo y contagia esa energía.
Aunque normalmente sostiene los ritmos a golpe de Bodhran, para mí resulta determinante con el bouzouki en las manos. 
Juventud, entrega, energía y eterna sonrisa, Patrick es la artillería ligera de la Diosa Mörrighan 



















Rafael Carlos Viúdez  
28 años. Teclado, Gaita, Whistle




Rafael Carlos es un veterano de enorme versatilidad instrumental. Como la fuerza en retaguardia de un ejército, su presencia ofrece consistencia a un grupo. Es capaz de crear texturas musicales a través del teclado. Atmósferas densas, épicas o emocionales. Su gaita es como esa fuerza de choque que se despliega para asestar un golpe de gracia. Sus dedos vuelan y sus "solos" son uno de los puntos fuertes de los espectáculos de Mörrighan. Gaita y Whistle en manos de Rafa  recuerdan siempre al público de dónde se viene y quienes son en realidad. Realmente cercano con los espectadores, ejerce sobre las tablas como ese músico de armas, capaz de romper todo protocolo y enterrarse literalmente entre el público y hacerlos vibrar y danzar a soplos de gaita.









Diego Guerrero 
19 años, violín

Diego es un duelista. Es infantería de élite. un espadachín solitario. Virtuoso con 19 años, su violín es un aporte contundente y sólido. Poco a poco descarga el peso de David en las melodías solistas de violín, en los arranques y frases musicales. Toma el mando de la sección como un primer oficial. Un instrumento que podría parecer innecesario con una viola solista en el grupo, opera de modo completamente contrario y los duelos a cuerda de ambos alcanzan matices que solo se pueden conseguir aunando dos jóvenes talentos deseosos de darlo todo y hacerse sangrar los dedos si es necesario. En escena tiene presencia grácil, dedicada y firme. Diego es un solista sobresaliente y un complemento bestial a la viola de David. Cuando combaten juntos, cuando violín y viola se unen son como danzarines letales. Imposible no vibrar o emocionarse.




Carlos Nukem  

19 años.  
Bajo eléctrico

La incorporación de Carlos hace posible que Mörrighan empiece a tener posibilidades reales de llevar su sonido hacia la influencia Metal. Su bajo es pesado, contundente como una carga de caballería. 

En escena es un bajista con carisma. Concentrado en la tarea, en los directos suele llamar la atención su rostro serio y su mirada penetrante. Es un dinamizador del sonido, como un centrocampista que distribuye tiempos y ritmos. 











Sergio Galiano. 
32 años. Guitarra

Sergio es un guitarrista de gran bagaje y amplia experiencia. Un Primera Lanza. No puede esconder ser el más veterano de la formación y ello aporta al grupo un aura sólida. Sergio es como ese línea de infantería recosida a cicatrices superviviente de cien batallas en la que un buen general confía para soportar cualquier embestida enemiga.
Experiencia, firmeza, solvencia con un instrumento infravalorado habitualmente por su abundancia y al que Sergio sabe cómo desangrar hasta la última gota. 



Félix Ramírez "Odín"
21 años. Batería


Felix es otro más de los miembros de la banda con formación en conservatorio. Solo en los directos puede apreciarse con total justicia la tremenda potencia que este gigante vikingo derrocha tras los tambores. Su presencia es determinante para que Mörrighan encontrase su auténtico sonido. 

Es rotundo, aplastante, versátil y virtuoso. La base de bombo suena como machacada por martillos. Impregna la atmósfera de fuego. Sus solos de batería empiezan a convertirse en un clásico de los directos de Morrighan. Solos que ejecuta con una limpieza que hace parecer fácil lo impensable.  





HORIZONTES BAJO EL ESTANDARTE DE UNA DIOSA DE LA GUERRA


La complicidad es el secreto. Buscarse con las miradas y devolverse una sonrisa.

Lo que más me asombra de Mörrighan es su extraordinaria juventud que compite con una puesta en escena asombrosa y un sonido directo demoledor de fuerte personalidad. Hablamos de un grupo de 9 miembros que tiene una media de edad de 21 años y que apenas puede decir que tenga un año de trayectoria como tal. No son para nada músicos sin experiencia. Son jóvenes, cierto, pero tienen una formación técnica impresionante y experiencia musical la mayor parte de ellos en grupos anteriores. 

Adrenalina. Queman las naves en cada puesta en escena.

Por eso Mörrighan tiene un punto de salida envidiable. Hay mil cosas que pulir y mejorar, no hay duda, pero es que decir que están empezando resulta incluso una exageración. En apenas meses presentan una puesta en escena que mejora por actuación, ganan una confianza en el escenario que es palpable de una actuación a otra, de ahí que su horizonte sea extraordinariamente amplio si consiguen tener la fuerza necesaria para mantenerse unidos. 


más cerca imposible
Es precisamente por la extrema brevedad de vida que tiene esta banda que sorprenda los logros conseguidos hasta el momento: concursos, festivales, actuaciones, un modesto pero interesante circuito; pero sobre todo la fidelización de un público que le sigue entregado en el que cada vez se cuentan más adeptos.

Creo que el mayor secreto es la honestidad en el escenario y el trabajo duro. Ensayos, disciplina y sobre todo creer en el trabajo diario. En este punto de arranque siento mi trabajo concluido. Si mi presencia en sus vidas ha servido en algo a dar convicción y fuerza a su proyecto, la doy por enormemente invertida. Sus logros son suyos, este es su fruto, el de su esfuerzo, el de creer en sus propios imposibles, el de saber que con querer no es suficientes sino que es necesario pelear hasta desfallecer. 

Un picto y un Bouzouki
Como muchas bandas, viajan solos. No hay más apoyo que el que ellos consiguen inspirar y contagiarnos. Sin más medios que la voluntad de crecer a pesar del oleaje en contra. Este post es una muestra de ello. Tengo la necesidad después de toda nuestra trayectoria, después de estos años, de verles crecer, querer y pelear, después de saberles dueños de su propia identidad y futuro de hablar de ellos, de su trabajo, de lo que tienen hasta ahora a todos vosotros porque creo que merecen la pena. 
Y no os los presento con animo paternalista para que digáis: ¡Ayudemos a esta joven banda que se esfuerza mucho y están solitos! 

NO. 

Os los muestro desde la tranquilidad de saber que Mörrighan quiere y puede comerse el infierno a dentelladas. Desde el orgullo de saber que a poco que sigan en esta línea pronto muchos hablarán de ellos y yo quiero ser el primero. Lo digo con la satisfacción de saberme entre las bambalinas del milagro.

Lo que os digo en estas líneas es: Es un ORGULLO para mí poderos presentar a Mörrighan. 
Merecéis conocerlos en detalle.

Si ellos disfrutan, el público arde a sus pies.



LOS HIMNOS DE BATALLA


Trabajo, trabajo, trabajo.

Mi único punto de frustración es no poder mostraros material acorde. Aún no existe maqueta, aunque trabajan en ello. Las grabaciones que ruedan por la red son grabaciones caseras en el mejor de los casos o vídeos tomados en directos con una calidad de imagen y sonido que no les hace justicia.
Me resulta por otra parte imposible ser capaz de transportaros a sus inflamados directos si no es a través de estos mismo vídeos pero... hay que vivirlo en carne. Si Mörrighan tiene un público fiel es por los méritos de su directo (a pesar de estar cargados de fallos técnicos, acoples, micros o monitores que no suenan, cableado de mala calidad, técnicos poco profesionales... que es el es pan de cada día para bandas jóvenes que afortunados son si consiguen un local para hacer un bolo. Eso no es nuevo.) 

Con todo os mostraré material dando por sentado que sabréis ver más allá de las deficiencias técnicas y de imagen, el alma de esta banda. Son capaces, en mi opinión, de gestionar un equilibrio interesante entre tradición y Metal, fuerza y sensibilidad, contundencia y elegancia. 


Actuación en el festival Dinamomusic en la Plaza de las Cañas de Córdoba
David presenta al grupo y tocan Evocation

Evocation es uno de los temas propios de Mörrighan compuesto por David. Quizá es el tema que más videos protagoniza del aún escaso y deficiente material en la Red. Podría ser un magnífico single de presentación y de hecho el público suele esperarlo con impaciencia. 
Ese: Mörrighan is searching for war se ha convertido ya prácticamente en un grito de guerra.
Deliciosa intro lírica de Patricia que da paso a la voz de su hermano Alex que sostiene el peso del tema. 
David y la propia  Patricia en los coros
Es una lástima que la calidad de grabación no ofrezca la calidad de matices que realmente este tema contiene ni le haga justicia a las voces pero no se le puede pedir mucho a una grabación casera.
Eso sí, se aprecia perfectamente la entrega de un público vibrante.
El video lo cuelga FireMaster666Gamer


Evocation esta vez en la sala AC/DS. Estamos ante su Primer Concierto.
El video, malo en general, tiene muy bonitos planos de la intro de Patricia y su sonido es razonablemente bueno en ese trozo, no puedo decir lo mismo del resto. 
Este vídeo lo cuelga Docjmc007


Concierto en el teatro romano de la Axerquía ante más de mil personas. Tocan Cruithne.
Cruithne es uno de los pocos temas tradicionales en los que David lleva el peso único de la voz además de la viola solista. 
Es un tema in creccendo y atmosférico idóneo para los inicios con una preciosa frase melódica de violín-viola y una percusión casi marcial. 
Va adquiriendo peso conforme avanza, al tiempo que David desgarra la voz en guturales. 
Cierra con el broche dulce de Patricia. Reconozco que este tema me pone burrísimo. 


Adaptación de Highland Road en el último concierto de la sala Wittis.
La calidad de la imagen y los planos cercanos son especialmente buenos. 
Seguimos sin tener suerte con el sonido, especialmente muy accidentado en cuanto a monitores y cadenas de sonido en este concierto. Con todo se puede ver perfectamente cómo estos chicos lo solventan con sudor y cómo el público (entre los que me encontraba) disfruta como enanos.
Este vídeo es propiedad de Ángel Santiesteban




Breve segmento del mismo tema en Axerquía. 
Es una lástima que uno de los pocos vídeos con mejor sonido sea tan breve pero tiene un buen plano del escenario.


La potentísima versión de Tri Martolod un tema tradicional bretón en la Sala Wittis
-o manual en tres colores de cómo encender a un público-
Tuve la inmensa satisfacción de que Patricia me dedicara este tema en el último concierto. 
Sabe que tiene un componente emocional para mi.
Si alguien tiene duda de la energía que derrochan estos chicos en el escenario que observe a David con la percusión o sea capaz de seguir las notas de Diego en el violín.
El sonido general, como siempre, mal; pero en fin.
El público, como siempre, rendido y entregado. Un 10.



Foggy Dew es uno de los clásicos del folk irlandés. La adaptación de Mörrighan está más que a la altura.
Alex como lead vocals. Uno de esos temas que encienden al público. Dinámico y potente en el que pueden lucirse prácticamente todos los instrumentos. Aquí en el concierto de Axerquía.
Para demostrar que realmente estos chicos se lo pasan bomba en el escenario y son los primeros en disfrutar no quitéis ojo especialmente a Rafa en los teclados, :P.



Nuevo vídeo del Dinamomusic como punto y final de este muestrario. 
Este tema en cuestión es uno de mis favoritos y también es recomposición de David a partir de una base de letra clásica. Potente y épico en este tema entran las tres voces. Alex  como lead vocals, Patry en segunda voz y David en coros guturales con una base melódica al punteiro de esas que se clavan en la mente. Escuché este tema en una prueba de sonido y me caí literalmente de espaldas con el final en tres voces empastadas (que por desgracia aquí apenas si se aprecia). Lástima que el sonido sea bastante pobre, pero al descubrir que existía no he podido dejar de ponerlo a pesar de las deficiencias.





IMÁGENES DE AQUELLO QUE DECÍAN IMPOSIBLE

Carga de Caballería. Carlos Nuken. Ensayo.
Os dejo una pequeña galería de instantáneas



Tambores de Guerra. Felix "Odín" y David "Wallace" Ensayo 






Otra vez. Otra vez. Patry, Rafa, David y Sergio en los ensayos


El Descanso del Guerrero. Patrick el Picto






La eterna mirada de Lady Alfiler. Directo.


Bodharms. Patrick y Patry. Directo.

 A pie de escena y sudar con el público.  David y Alex Patrick podrían ser Allwënn y Gharin. Directo.
Notas prohibidas en Gaitas prohibidas. Rafa Viúdez impone las reglas. Directo.

Y ellos lo iniciaron todo. David al arpa y Lady Alfiler al micrófono. Directo.

Diego afila la espada. Ensayos.


El trono de un Rey Vikingo. Félix durante los ensayos.


Carlos Nuken.

Rafa Viúdez


Bambalinas. Pinturas de guerra y Runas de Poder.

Sonrisas en la trinchera. Patricia, Felix y Alexander. Pruebas de sonido.

100% al natural. Pruebas de Sonido del último concierto.




PORQUE EL MAÑANA ES HOY...

Porque es emocionante saber que es cierto, que han crecido, que persiguen lo que importa, que no hay cadáveres en el camino, que siguen siendo tan auténticos como aquella primera vez, aquella primera voz, aquel primer encuentro. Porque es inspirador verles sobre el escenario, agotar instrumentos, pelearlo todo a muerte hasta el último aliento. Porque ningún horizonte es imposible, porque avanzar no mata sonrisas, porque el límite está al final de la imaginación.
Por infinidad de cosas, Mörrighan os digo: este viejo trovador os da infinitas gracias por haberle hecho partícipe exclusivo de vuestro camino. Le inspiráis, le emocionáis.
Espero que tras de mí venga una legión, porque el talento y la magia merecen ser compartidas.
Cruzaremos caminos, es una promesa. Alguna batalla la libraremos juntos, estoy seguro... pero mientras ese día llega seguid invocando a la Diosa de la Guerra. Nosotros estaremos esperando a que oiga nuestro llanto.
Gracias por demostrarme que es imposible dejar de creer.




Cartel del Keltol Fest en Zaragoza. Próximo 15 de Septiembre de 2012.


Y para aquellos que quieran disfrutarles la próxima cita 
será en Zaragoza 
en el Keltol Fest 
el próximo 15 de Septiembre 
junto a otros importantes grupos de Folk Metal Español como 
Celtiberian, Lepoka o Salduie.


El propio grupo ha puesto en marcha una interesante iniciativa para facilitar desde Córdoba y Madrid la asistencia al festival. Se trata del flete del autobús en el que ellos mismos se desplazan que recogerá a las personas que se apunten abaratando así los costes del viaje además de compartir con los interesados un viaje que se antoja intenso.

Si alguien desea más información el correo de contacto de Mörrighan para este evento es 
 felissuco_1990@hotmail.com



Visita su

Sígueles en Facebook en 

También hay un Twitter Oficial 





Siempre hay una batalla en la que merece la pena morir.

Un enorme saludo a todos!!!!




















lunes, 6 de agosto de 2012

Acto X Los Rincones Perdidos de la Memoria





Acto X

Los Rincones Perdidos de la Memoria



Tengo una extraña sensación de deja vu.
Algo en mi mente me advierte que esto ya lo he vivido. Es un pensamiento consciente pero ajeno. Lo produce una metaconsciencia. La misma que en el fondo me advierte que nada de esto es real, que es una ensoñación. Asiste a la escena como un visitante, como un observador. Sin embargo, mi cabeza tiene los pensamientos primarios de una niña de seis años: miedo, alarma, indefensión.
            Me doy cuenta de que en realidad estoy escondida, agazapada en un rincón. Es una habitación pequeña. Huele fuerte a sal y pescado. Tengo un inmenso barril frente a mi cuerpo que me oculta parcialmente. Mis ojos, que empiezan a acostumbrarse a la escasez de luz, empiezan a formar siluetas y figuras en torno a mí.
            Escucho sonidos amortiguados más allá de las paredes. Parecen voces y pasos apresurados. Suenan sobre mi cabeza, en el techo. Se arrastran y caen cosas.

"Rincones perdidos de la memoria" by CHARRO


            Una parte me invita con sensatez a quedarme en silencio. Tengo miedo, pero la duda de saber realmente qué pasa y la angustia que me produce aquel espacio húmedo, denso y claustrofóbico me sacan de mi escondite y me llevan hacia unos estrechos escalones de piedra que ascienden.
            Los subo temerosa y casi sin hacer ruido. Me agazapo en el quicio de la puerta para observar. Es una cocina. Parece vacía a pesar de estar desordenada. Desde mi ángulo veo la puerta y el pasillo al que conecta. Me escabullo entre la mesa y alcanzo el borde de la entrada.

                Ahora las voces son nítidas.
           Hay una voz de hombre, rugiente, malencarada. Hay sollozos y quejidos de mujer, que llora y suplica. Hay más ecos, más presencias que parecen pulular por todas partes. Salgo al pasillo y me pego a la pared. Se abren a mi panorama de visión distintas estancias.
            A mi metaconsciencia, la que sabe que duermo o deliro, le llega una sensación. 
            Conozco el lugar.
          Es mi casa o aquello que, por aquel entonces, llamaba hogar. Se ha abierto una rendija en la muralla tras la que había encerrado aquel recuerdo. Ahora, incluso en el estado ausente en el que me encuentro, temo las sensaciones que va a provocarme haber reconocido la escena. Son rincones que conozco, colores y objetos que me regresan de un golpe a un pasado que ya no existía. Son los olores intensos que han pervivido asociados a una etapa temprana que mi mente olvidó.
            
            Me he quedado paralizada.
            Lo que contemplo desde la esquina del pasillo es una sala amplia. Hay mucha gente allí, mucha gente asustada. La mayoría son mujeres. Mujeres jóvenes pero hay de todo.
            Me llegan nombres que tan pronto pasan, se olvidan. Rostros que una vez recordé, tactos y olores que fueron míos. Aquello era un burdel.
            Hay hombres, también. Acompañan a quien profieres los gritos y las amenazas. Hay otra mujer a sus pies, arrasada en lágrimas. Se me coge un pellizco en el corazón al reconocerla.

—¿Dónde está, vieja zorra?
—La niña no, por favor, la niña no. Conseguiré el dinero, lo prometo, pero la niña no.
—Ya es tarde para eso.

Un calor sofocante me recorre de arriba abajo. Ahora entiendo por qué me ocultaba. En realidad aquellos hombres me buscan a mí.
Fundo mi espalda a la pared con la sensación de recorrerme un sudor frío por las sienes. Noto que el corazón se me acelera. Percibo su pequeño latir apresurado golpeándome el pecho.
En ese instante un sonido al otro extremo del pasillo me sobresalta. Un hombre sale de una habitación anexa con gesto de frustración y al asomar al pasillo me descubre. Hay un segundo en el que su rostro revela sorpresa y uno en el que en el mío existe la indecisión.
—¡Está aquí! —grita y su voz resulta el estímulo para salir de allí sin mirar atrás.
Corro desesperada por el salón sorteando a las primeras figuras que lo llenan.. Soy lo bastante pequeña para colarme incluso entre las piernas. Tras de mi, el hombre del pasillo ha aparecido gritando y de pronto toda la atención se centra en mi esquiva presencia.
—Coged a la pequeña apestosa.
La voz de la mujer se desgarra en un grito.
—¡¡Corre!! ¡¡Corre!!

Mi desesperada huida es ciega. Me satura la visión de las personas allí que se multiplican por mil en mi desesperación. Pronto tengo la sensación mareante de la desorientación. Esquivo con agilidad a los primeros brazos que pretenden darme caza pero no tengo tanta suerte con los que llegan tras ellos, que me atrapan poco antes de que pueda alcanzar la puerta de salida.
Me izan, me aprisionan.
Pataleo desesperada, gruño y grito todo lo que mi garganta da de si.
Veo los rostros compungidos de las mujeres allí. Hay indignación, temor y mucha impotencia. Saben que lo que está ocurriendo es injusto pero ninguna de ellas saldrá en mi defensa. No pueden hacerlo. Se juegan la vida.
La mujer del suelo se desgarra en un quejido. De mi boca solo sale una palabra cuando soy plenamente consciente de que van a separarnos.
—¡¡Mamá!!

—¿La tienes? —El hombre que amenazaba mi madre pregunta al tipo que me contiene en sus brazos. Aquel se limita a afirmar con la cabeza mientras afianza su presa—. Llévala al carro y terminemos con esto.

Había olvidado aquel rostro desencajado de mujer que trata de acercarse a mí mientras dos hombres se lo impiden con fuerza. Aquel rostro de dolor inhumano cuyos brazos trata de alargar sin esperanza. Aquel rostro… lo había olvidado.

Me sacan por la puerta mientras sigo escuchando sus alaridos y mi garganta continúa llamándola con desesperación.
Me sacan. Nos alejamos.
El hombre que manda viene a nuestro lado, pero se detiene ante dos hombres que se encontraban en el exterior.
Oigo perfectamente la orden que les da.
—Matad a esa puta escandalosa. Ya no me sirve de nada.
Los hombres asienten. Les veo entrar en el edificio y cerrar tras ellos. La mirada del que cierra la puerta se cruza con la mía, empañada en lágrimas, que sigue desesperadamente llamando a voces a la mujer que grita en el interior. Que siguió llamándola y derramando lágrimas incluso cuando dejó de escuchar sus gritos.
Me lanzan al interior de un carro techado. Es poco más que una caja con ruedas.
Todo se vuelve oscuro…
Todo se vuelve oscuro.


***


Oigo mi nombre en un susurro. Tocan mi cuerpo. Sigue sin consciencia. No saben que una desesperada parte de mi mente trata de abrirse paso a la realidad. Los miembros me pesan como el plomo. Mi ser se hunde, se pierde, navega.
Regresa a otro confín en mis recuerdos…


***


           —¿Quién es?
           —No lo sé. No me ha dicho su nombre.
           —¿Dónde la has encontrado? —escucho como el otro sisea para mandarle bajar la voz.
       —Caminaba perdida en la playa —susurra—. Estaba desorientada. Preguntó qué lugar era éste. Ni siquiera sabía dónde se encontraba. Cuando se lo dije, no lo reconocía. Se quedó como atontada. No podía dejarla sola por ahí en ese estado, Jael.

            Hablan de mí. Creen que no les oigo. Finjo no hacerlo pero hablan de mí.
         Estoy en una mesa. Visto ropas desgastadas como cualquier campesino común. Ya no tengo diez años. Mis proporciones se asemejan a las de ahora aunque sé que soy unos años más joven. He dejado de ser una niña y mi cuerpo es el de una mujer.
            Como de un cuenco de madera un plato sencillo y caliente que tomo con cuchara. Estoy hambrienta.
Levanto un poco la vista del plato y observo el habitáculo de una casa a todas luces modesta. Quizá el hogar de un labrador… no, hay útiles de pesca decorando las paredes. Es marinero o pescador la persona que me aloja.
            Son dos. 
           No puedo verles porque están en una habitación anexa y han encajado la puerta. Tratan de hablar en voz baja pero puedo seguir su conversación.
            Aparece una tercera voz que no esperaba. Es la voz de una mujer.
            —No la quiero en casa, Nill —Suena hosca, tajante.
            —Pero no podía dejarla allí —Se excusa el primero.
           —No la quiero en casa —insiste la mujer. 
        No puedo evitar sentirme incómoda y dejo definitivamente de comer. Trato de pasar el momento mirando sin apego a cualquier rincón de aquella vivienda. Me cruzo con la rendija abierta de la puerta y compruebo que alguien ha lanzado un vistazo por ella.
            —Ha terminado, deberíamos salir —dice la segunda voz de hombre—. Yo me encargaré de esto, hermano.

           Salen dos hombres y una mujer del pequeño cuarto anexo. El primero es joven e imberbe. Su rostro es de preocupación. El otro es más alto y corpulento, parece casi doblarle la edad. Luce una barba poblada y músculos nudosos del trabajo. Trata de sonreírme para aliviar la tensión creada. Tras ellos, una mujer joven que ni siquiera disimula su malestar. Tiene el ceño fruncido y camina con los brazos cruzados. Todos son gente humilde, gente de la tierra.
            —Gracias por la comida —me apresuro a decir con tono neutro.
            —¿Te ha gustado? Te sientes mejor? —El gesto de amabilidad que el hombre joven me ofrece no parece ser del agrado de la mujer que le fulmina con la mirada. Él parece notarlo y evita cruzar la vista conmigo mientras me retira el plato. Reconozco cuando la hostilidad de una mujer no solo está alimentada por el miedo o la desconfianza. Es obvio que esa mujer está tensa a mi lado y tiene celos de la amabilidad de quien es probablemente su marido.
            El otro hombre trata de centrar la conversación sentándose frente a mí en la mesa.
            —¿Estás mejor?
          Sé que es una pregunta retórica. Solo pretende romper un poco el hielo así que le contesto por inercia con un leve movimiento de mi cabeza. Enseguida entra en lo que le interesa.
            —Mi hermano dice que te encontró desorientada en la playa. ¿Sabes cómo llegaste hasta ahí?
            —No —afirmo sin dilación. Sé que no es la primera vez que he respondido a esa misma pregunta en breve tiempo.
            —¿Tu nombre, al menos?
            Me hace dudar. Rebusco y confieso un nombre que asocio conmigo.
            —Lya… creo.
            Mi duda le hace arrugar el entrecejo.
            —Bien... Lya —compruebo que trata de decirme algo que no sabe cómo empezar a decir. Teme hacerme daño—. No puedes quedarte, ¿entiendes? No…
            Interrumpo su excusa.
            —Lo entiendo. Gracias por la comida —añado mirando al hombre joven que se ruboriza ante mi mirada y gira rápido la vista para buscar el gesto de su mujer, que sigue hosco. Vuelvo los ojos, entonces,  al hombre de la barba ante mí. Leo en su gesto y en su mirada. No hay nada hostil, solo una tensión generada por una situación que no sabe muy bien cómo gestionar. Trato de calmarle ofreciendo de nuevo las mismas respuestas que ya he dado a esas mismas preguntas.
            —Desperté en una playa. No sabía qué lugar era, ni cómo había llegado hasta allí. Deambulé sola un trecho hasta encontrar a tu hermano.
            —¿Tienes familia? ¿Alguien a quien poder poner en aviso? ¿Un hogar al que volver?
            —No —vuelvo a contestar—. Si tengo, no los recuerdo.

            El hombre suspira y aprieta los labios.
            —No es mucho para poder ayudarte.
         —Hay templos en la ciudad. Allí podrán hacerse cargo de ella —advierte la mujer. Todos se vuelven a mirarla.
            El hombre de la barba regresa a mi rostro.
            —Voy a la ciudad. Llevo abastos para el mercado. Puedes venir conmigo, si quieres. Te dejaré en el Templo de Yelm, o en algún otro, si tienes preferencia.
            Sé que no voy a sacar mucho más de aquella gente sencilla, así que vuelvo a dar las gracias y me levanto como respuesta inmediata. Observo que aquella mujer parece aliviarse ante mi predisposición a marcharme de allí. Se crea un silencio hosco en la estancia que se rompe después de unos segundos interminables con un amable «buena suerte» del más joven.
            Acepto el gesto sincero pero soy consciente de la carga que supongo para ellos y no alargo mucho más la despedida. Fuera un carro tirado por mulas y cargado de cajas con pescado nos aguarda. Hace un día luminoso y aún es temprano en la mañana. Los soles gemelos luces su soberbia estampa en un cielo despejado que confunde su azul con la línea del mar. Era una casa próxima a la costa. La brisa cargada de humedad y salitre me ofrece una refrescante bienvenida. El rumor rompiente de las olas aporta una relajante melodía. 
            Jael sube al carro y ante mi quietud me anima a acompañarle en la yunta, junto a él. Inspiro una bocanada de mar y subo con él. De un golpe de brida, aquellas mulas inician su paso cansino.
            Hay unos primeros minutos de silencio, casi existe cierta incomodidad. A fin de cuentas somos dos desconocidos condenados a la proximidad durante un trayecto que se antoja largo.
            Mi mente se aísla pronto.

         Trato de no caer en el vértigo en el que me sitúa mi estado de amnesia. El único punto a favor es ignorar cualquier punto de referencia pasado. Es como abrir una página en blanco. Todo es nuevo y todo está por escribir. No puedes añorar lo que no recuerdas. Tampoco hay muchas alternativas salvo empezar a escribir esa página en blanco. Quién soy en realidad, de dónde vengo o cómo he llegado hasta esa situación también son incógnitas que me preocupan pero cuyas respuestas se antojan de momento inalcanzables.
            Con todo, quiero escapar de la sensación opresiva que todo ese abismo me suscita.
            —¿Por qué me odiaba esa mujer? No le he hecho nada.
            Mi acompañante se vuelve y trata de hilar conexión en mi frase.
            —¿Te refieres a Naeva? ¿Crees que te odiaba? Es buena chica. Son tiempos difíciles, supongo que le asustaba la responsabilidad de cargar con tu suerte. No se le puede reprochar la falta de seguridad o la desconfianza.
            —Entiendo que me viese como un problema, pero no parecía que agradeciese que su marido hubiese ayudado a otro ser humano.
            Jael sonrió de medio lado y echó la mirada al frente unos instantes.
            —Es joven y celosa. El ser humano que Nill había metido en su casa era una joven bonita e indefensa, no la culpes.
            Noto que se ruboriza ante su propio halago.
            —¿Celos de qué? Solo necesitaba un cuenco de sopa y un lugar para ubicarme de nuevo, no un marido. No pensaba robárselo.
            Él carcajea y encoge los hombros.
—No me pidas que piense como una mujer.
No pretendía que hubiese sonado a broma, pero el ambiente se relaja un poco con aquellas carcajadas que me termina contagiando.
—¿Tú mujer también es celosa?
Él se ensombrece al escucharme y vuelve la mirada al frente.
—Soy viudo. Mi mujer murió.
Siento haber estropeado el buen ambiente tan rápido.
Le pido disculpas y guardo silencio.
—No pasa nada. ¿Cómo ibas a saberlo? Además, pasó hace tiempo. Ya está... superado.

           Miente, es obvio.
         A pesar de restarle importancia, aquel hombre se silencia. Pasamos un buen trecho sin volver a hablar.
          Dejamos atrás las casas dispersas de lo que parece una colonia costera de pescadores. Seguimos la línea de costa y pronto comienzan a dibujarse en el horizonte las formas monstruosas de una ciudad que se extiende a lo llano en la desembocadura de un caudaloso río.
            Abarca toda la extensión de un gran delta y buena parte del terreno aledaño. El río es el Dar. Se abre en varios brazos que segmentan el delta en varias isletas de gran tamaño y una infinidas de isletas menores. Su aspecto es inconfundible. He ahí las «bocas» del Dar. La ciudad que se levanta sobre ellas recibe el mismo nombre. La llaman la Ciudad del Pecado. Estoy en el extremo sur del continente. Pensar si realmente soy de allí o cómo he llegado precisamente a esta famosa urbe es algo que por un momento me corta la respiración, pero trato de que pase desapercibido para mi acompañante.

"Las Bocas del Dar" by CHARRO


Es una de las mayores urbes del mundo que conocemos. La isla central, dividida por los brazos de río en tres tiene sus propias murallas. Muchas de las isletas también. La isleta más al sur es un gran fortín que sirve de parapeto. También existen murallas en tierra fuera del delta, pero la afluencia de edificaciones las supera y hace extender la ciudad mucho más allá del perímetro de almenas. Un sin fin de puentes conectan las distintas isletas entre ellas y la tierra firme.
            Cientos de barcos se arremolinan en sus extensos puertos de todo tipo y de toda procedencia. Sus edificios resultan caóticos y de muy diversa factura. Es un lugar en muchos sentidos inabarcable con fama de excesivo y salvaje. Lo que no se encuentra en las Bocas, no existe.

            Penetramos en aquel mundo ecléctico, lleno de contrastes, y recorremos sus arterias llenas de gente pintoresca, bullicio y color. Es una saturación para mis sentidos. Un pensamiento me recorre la mente. Quizá no haya mejor lugar para empezar de cero que una ciudad como las Bocas, donde las opciones pueden ser infinitas.

            —Te dejaré en el Boulevard de las Tres Reinas —me propone—, si te parece bien.
Me encojo de hombros.
            —Me da igual. No conozco la ciudad.
Mi respuesta hace que arrugue el entrecejo.
            —Esta ciudad es bella y grande, como el mismo océano. Puede ser tu mayor fortuna, pero si no se conoce es posible que acabes perdida y no hablo solamente de perderse entre sus calles.
            Sé lo que pretende decirme, pero me hago la ingenua.
            —¿A qué te refieres?
            —Las Bocas es una ciudad peligrosa si uno no sabe por dónde moverse y qué evitar. Una mujer sola y bonita como tú, que ignora el terreno que pisa, puede ser un cebo tentador.
            Me siento halagada por la preocupación pero me molesta su argumentación paternalista.
            —Debe de haber cientos de mujeres bonitas en una ciudad como ésta. No creo serlo tanto como para llamar ese tipo de atención, pero agradezco que te preocupes.
Noto por su expresión que ha dado más importancia a mi reproche que a mi agradecimiento. No era mi intención ofenderle, pero prefiero guardar silencio.
            Llegado un punto detiene el carro. 
            El boulevard es inmenso. Se llena de gente y actividad.
            —Hemos llegado. Esto son las Tres Reinas. Es casi una milla. La mayor parte de los templos importantes tienen su sede aquí, por si sigues con la idea de pedir refugio en uno. También hay innumerables negocios, casas… no sé, casi de todo. Es el corazón de la ciudad. Busques lo que busques, probablemente esté en esta milla. Yo me quedo ahí —dice señalando un gran edificio en piedra roja y amplias cristaleras—. Es el Mercado de Abastos e Importación. Tengo una pequeña lonja de pescado que lleva desatendida toda la mañana. ¿Qué vas a hacer?
            Se me presentan múltiples opciones. Tantas que me saturan la cabeza.
            —No lo sé —le digo poniendo un pie en suelo firme y mirando a mi alrededor—. Puede que buscar asilo, o trabajo… o… quizá solo trate de pasear un poco y aclarar mi mente. No te preocupes, estaré bien. Gracias por el viaje.
          Él me sonríe. Parece que después de todo no me guarda rencor por el comentario anterior. Me desea suerte y azuza las mulas. Pronto se pierde entre un mar de caros y jinetes en dirección al Mercado.

           En ese instante es cuando verdaderamente me siento sola en medio de una marea humana de color. Trato de respirar el aire viciado de mil olores y hacer un segundo de tregua en mi cabeza para ordenarme.
            Aquí estoy. Las Bocas del Dar. Un mundo de caos abierto para mí.
            ¿Qué puedo hacer?







Opciones:


1.- Busca un templo y pide asilo o asistencia.

2.-Trata de buscar trabajo por la zona, parece llena de oportunidades.

3.- Observa a la gente, el lugar, quizá haya algo en lo que aún no has pensado.
Date un paseo por el boulevard.

4.- Ve al mercado y pídele trabajo a Jael, quizá tenga un sitio para ti y parecía buena persona.
La opción es Jael