“Gharin miró hacia el cielo y se detuvo un instante; casi no nos apercibimos, pero hubo de esforzarse para continuar sereno–. Ella murió en una encendida noche de cólera cuando las tropas del Némesis tomaron
Flor de Jade. El Enviado. Evento 7º.
Vÿr’Arim’Äriel, Virgen de Hergos, es elfa aunque mestiza entre dos razas élficas, Nësttor, por parte de madre y Silvänn por parte de padre. Si aún viviera tendría 93 años en el momento de la narración. (aproximadamente unos 30-31 años en términos humanos) de pequeña estatura para tratarse de una elfa (1’68 m) acusaba los genes Néstor de su madre. Ser Jinete del Viento supone la máxima aspiración de las vírgenes sacerdotisas Dorai del Dios Hergos.
Breve descripción física:
Nunca me ha interesado detallar el aspecto físico de Äriel por razones obvias. Aunque puedo decir que cuentan que su belleza era singular y muy afamada.
Sus rasgos, por las características genéticas de sus razas, debían de ser de ojos ligeramente rasgados, piel con el sutil tono dorado tan afamado de los elfos Nëssy y cabellos oscuros. Sin embargo, Äriel aparece en la narración habitualmente como una visión, como un espectro, de rasgos vaporosos. La idea es que cada cual sublime la apariencia de este personaje idealizándola según sus propios patrones, puesto al fin, Äriel es la mujer soñada y perdida, aquella por la que un hombre estaría dispuesto a matar y morir cada día de su existencia hasta el fin de su vida. Al menos, un hombre como Allwënn.
Breve biografía y personalidad:
Äriel está muerta. Eso es lo más importante y lo determinante de este personaje… es el personaje ausente. Se construye a través de los recuerdos y vivencias comunes de todos aquellos que una vez la conocieron y cuya huella sigue viva en ellos. Especialmente lo hace a través de Allwënn, marcado por su vínculo y su muerte, dominado por su ausencia y su dolor. Allwënn es consciente de haber perdido algo más que a una esposa. Ha pedido esa alma al que un hombre decide vincularse por toda la eternidad, a su compañera de viaje. Sin duda, en vida fue una mujer fascinante. Sus belleza queda en un segundo plano para todos aquellos que la trataron, a fin de cuentas la belleza es algo consustancial a la raza élfica. Era una mujer mágica, de personalidad hechicera y conmovedora. Como Sacerdotisa Dorai poseía un aura de respeto y consideración próxima al de Rexor o Ishmant y así lo entendía todo el mundo. No obstante era cercana y dulce; empatizaba con el espíritu, con los sentimientos de todos, que solían encontrar en ella el referente en quien descargar sus miedos y preocupaciones. Äriel era uno de esos seres capaces de transformar a cuantos tenía a su alrededor y poseía capacidades que se escapaban incluso a su formación como sacerdotisa. Es lo que vulgarmente podríamos llamar alguien especial, alguien con un don.